viernes, 18 de enero de 2008

No hallo palabras

Quisiera poder obsequiarte con mis sentimientos.
Estancias imborrables junto a ti en tu morada.
Recuerdos bordados con lindo encaje,
como adorno en figurín vistoso.
Extenuante labor adivinar cómo tú belicosa mujer de mi sangre,
o yo de la tuya, osas alejarte.
Advierto tantas memorias aletargadas,
perdidas en un preciso momento.
Un probable último encuentro.
El tiempo, libre, siempre deambula en su abultada extensión...
Inadvertida. Con recatado aforo.
Ése que, en ocasiones, erráticamente fundamos.
Se nos arriman los extremos espaciales.
Y nadie alumbra a resolver, ése quisiera.
Un todo por desembarcar
al gran tesoro que navegaba en nuestro afecto.
Sí, te reconozco. No fue ayer,
pasaron más inviernos.
Ni todos juntos,
alcanzaron a enmascarar tu facción de madre y abuela protectora.
Ni estrías ni dobleces en tu rostro,
ocultan tu alma afable de mujer.
Espesa es tu dimensión humana.
¿Qué harán Las Mercedes sin ti?.
¿Qué hará tu dinastía?.
Querida, querida… No habrá muerte.
Dejarás luz…
un concluir a tantas dedicaciones…
Por justa, hallar descanso en la dicha.
Ya me contarás,
cómo están, en el aura de la eternidad los distinguidos con tus plegarias.
Sí, deja el cuerpo. Llévate el alma. Es liviana, no sufre.
Libre… No lleva amarras.
Sabe donde arribar.
Es en el corazón de Dios donde se ancla.
Descansa, querida… descansa.

Madrid, 18 de Enero de 2008
Cristina García Barreto


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