jueves, 17 de enero de 2008

Pluma Abnegada

Anduvo el tiempo y aún le perdura su huella.
Como botana en el corazón que musita alcaloides melodías.
Regusto de confite -aquellos besos- que prosigue en sus labios.
Continúa atesorando la dádiva que le brindó…
mimos rendidos bajo arrebatadoras miradas.
Y luego… Luego, nada.
Una pluma disonante que votó por no inferir entre palabras pasionales.
Declarando intrusas a las lágrimas de la poeta,
las que le empañaban la tinta…y atribulaban sus letras.
Vacua fue su despedida, ahíta de perdones y heridas.
Y miedo. Si. Mucho miedo.
Cómplice de las verdades, que en el mismo, se encubrieron.
Su pluma sabía que fue marea escorada.
Alzada por la cabria que logró su ama.
Para agasajarla sobre una lámina perlina.
Donde ambas registraron la veda al delirio por los amores perdidos.


Madrid, 17 de enero de 2008
Cristina Garcia Barreto

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